lunes, 16 de septiembre de 2013

“La Segunda División B, una categoría cada día más dura y menos rentable”.

  La Segunda División B del fútbol español se está convirtiendo, sin lugar a dudas, en la categoría más castigada y menos rentable de nuestro fútbol. 

  En las categorías profesionales de nuestro fútbol (Liga BBVA y Liga Adelante) existe la posibilidad de obtener ingresos de diversa índole, ya sea a través de las vallas publicitarias de los estadios, por cauces televisivos a consecuencia de retransmisión de encuentros o por canales relacionados con los derechos de imagen, todos ellos sumamente importantes con los cuales se logra cubrir gran parte de los presupuestos de los equipos. Sin embargo, en la Segunda División B, la gran mayoría de los clubes están sumidos en grandes problemas económicos y muchos de ellos, endeudados, acaban desapareciendo o ganándose un descenso administrativo. 

  Se trata de una división donde apenas se generan recursos y en la cual muy pocos equipos obtienen ingresos. Esto es algo lógico si tenemos en cuenta que estos equipos no tienen ingresos televisivos, se ven obligados a hacer larguísimos desplazamientos cada dos semanas, sus taquillas no hacen caja debido a la ausencia de afición en las gradas y, además, los costes de las plantillas son demasiado altos, muchísimo más elevados que en Tercera División. 

  Por si todo esto fuera poco, también es necesario recordar la actuación engañosa y ventajista de numerosos directivos de esta categoría (como por ejemplo la directiva actual del Racing de Santander). Muchos de estos directivos apuestan por confeccionar presupuestos, donde se fía una parte considerable de los mismos a poder reunir un dinero del cual no se dispone y donde se confía en recibir ayudas procedentes de diversas instituciones de origen local, provincial o regional que, generalmente, y más ahora en época de gran crisis, casi nunca llegan. 

  Esta forma de actuar los últimos años por parte de las directivas ha llevado a muchos clubes tradicionalmente saneados a una situación desesperada en la cual las deudas se han disparado por completo hasta alcanzar cotas que ponen en el disparadero la propia continuidad de dichas entidades. 

  Por último cabe destacar que, junto con la afición, la otra gran perjudicada con todo esto son las plantillas, puesto que son los jugadores los que después de haberse dejado la piel en el campo semana tras semana dejan de cobrar sus salarios.

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